Antonio Bascones
ESPAÑA SÍ, SIEMPRE ESPAÑA
Tomo la pluma para poner negro sobre blanco algo que los españoles estamos cada día denostando más y es nuestra querida España. Frecuentemente se oye en tertulias, bares, corrillos y lugares de reunión la crítica feroz a nuestro país, el que nos acoge, el que nos ampara y, en fin, en el que vivimos y por el que luchamos. No se piensa de una manera ecuánime y sosegada en las aportaciones que ha tenido, a lo largo de la historia, al desarrollo de la historia universal. Muchos de los hechos que han ocurrido no hubieran sido de la manera que han sido, sin el apoyo y sin los arbotantes culturales de nuestro país. Igual que en la prosopagnosia las personas presentan una alteración cognitiva que las hace no reconocer las caras, en este tema las personas no reconocen la realidad y se dejan llevar más por la pasión, el calor y el fragor de la dialéctica de la discusión que por el conocimiento sereno y apacible de nuestra historia. A veces nuestros interlocutores entran en una fase de aporía que les lleva a una dificultad insuperable de la lógica y se hunden en el nihilismo intelectual ante la acribia de nuestros razonamientos. Nuestro acervo cultural es tan vasto, tan sólido, que pocos razonamientos pueden resistir a una argumentación, que por otra parte, suele estar imbuida de vehemencia y ardor polemista. Por algo será que hay cantidad de extranjeros que quieren vivir en España, que vienen a retirarse y a disfrutar de sus años de jubilación.
España es el mejor país del mundo para nacer, el más sociable para vivir y el más seguro para viajar. Tiene un alto nivel democrático por encima de otros países.
Es líder mundial en trasplantes de órganos, de detección precoz de cáncer, en protección sanitaria gratuita universal, en esperanza de vida, en energía eólica, en playas con bandera azul, en gastronomía, con menos violencia de género, en patrimonio cultural. Viajar por los pueblos de España es un verdadero éxtasis de emociones artísticas y culturales.
Nuestra literatura es pujante, el siglo de oro, las generaciones del 98, del 14, del 27, del 45 son ejemplo de ello.
La pintura con las distintas escuelas a lo largo de los tiempos, la arquitectura con el románico, el gótico, el camino de Santiago. Europa comenzó a vertebrarse gracias a este Camino. Nuestros ingenieros están en todo el mundo con los puentes, ferrocarriles, pantanos y carreteras. Casi el 40 por ciento de las grandes obras públicas en el mundo están construidas por empresas españolas y no digamos nada del clima, de las fiestas, del folklore popular, de la lengua que hablan millones de españoles. El deporte es otro buen ejemplo de lo mucho que poseemos.
Mención aparte tenemos con nuestra historia, luces y sombras, pero muchas más aquellas. El descubrimiento, la civilización que trasladamos allende los mares, la lengua y la religión que transmitimos, la heroicidad y el honor en las batallas. Hoy día no se habla inglés en Sudamérica por Blas de Lezo.
En los tiempos actuales las misiones de ayuda realizada por nuestros militares en multitud de países, las tareas evangelizadoras realizadas por los misioneros en gran parte de los países del globo terráqueo.
¿Y por qué nos quejamos? ¿Es un masoquismo antropológico? ¿Es un negativismo genético? Los otros países nos ven mejor de lo que nosotros nos vemos.
Somos uno de los pueblos con más baja autoestima de todo el globo terráqueo. La autoestima es el resultado de la forma en que interpretamos nuestra historia y vemos el futuro. Es como una persona que se mira al espejo y solo ve oscuridad, negativismo. Una conducta negativista en el contexto socio cultural en el que nos desenvolvemos.
Desentrañar estos aspectos es importante para conocernos mejor y poder llevar la marca española por todo el mundo. Es necesario superar nuestros complejos y llevar la bandera que nos une a todos, un paraguas bajo el que nos cobijamos, aún con nuestra diferente forma de pensar, pero siempre bajo un mismo objetivo: hacer España. Tratar de mejorar nuestros valores desde la infancia, enseñando a los niños que podemos hacer por mejorar nuestro país, que es España. Así no caeremos en la depresión del que ve el vaso medio vacío.
El hombre debe ser un posibilitador de esperanzas y ese es nuestro trabajo en la educación. Y esto se hace desde la infancia, desde la escuela, desde la familia.
Antonio Bascones
Catedrático de la UCM
Presidente de la Real Academia de Doctores de España
Académico Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina